viernes, 9 de marzo de 2012

Entre la vida, la muerte y el arte.


Quién diría que en el centro de esta urbe de cemento, llena de tráfico, desorden y de muchos afanes se podría encontrar tanta calma, silencio, tranquilidad, y hasta un poco de agrado en compañía de quienes pisaron esta tierra. De quienes alguna vez recorrieron las calles de esta ciudad. Quizás sean solo ellos quienes podrían decir que en Bogotá se puede descansar en paz en medio de una metrópolis que no descansa.

Usualmente escribo sobre exposiciones, muestras y eventos culturales que se llevan a cabo dentro de museos muy elegantes, sofisticados y llenos de mucho arte. Pero quien podría decir que en un cementerio no se  puede encuentra lo mismo, vale aclarar que en un nivel superior, que va más allá de la vida misma. Les hablo del Museo Cementerio Central de Bogotá.

Sobre una gran e imponente entrada de cemento amarillenta y de rejas negras, se encuentra  el Dios del Tiempo, que con una hoz en sus manos da la bienvenida a los visitantes, y  les recuerda que nuestro paso por la vida terrenal es transitorio. Que en algún momento el reloj del tiempo en el cual el Dios Kronos se encuentra recostado terminará de contar las horas y, en ese instante  él tendrá el poder de  segar la vida de las personas.

En el interior del cementerio el viento se escapa por cada una de sus calles empedradas, acompañado de un agradable silencio que acoge a quien es capaz de dejar atrás el temor que puede producir la muerte. Frente a la entrada lo primero que se observa es la escultura del Cristo Caído, una imagen que rasga el alma ya que representa el dolor de María sufre por la pérdida de un hijo, y el dolor de Jesucristo después de la crucifixión.

El Museo Cementerio, es una mezcla de vida, muerte y arte. Dentro de él  la vida se encuentra en cada uno de los grandes árboles que crecen y brotan de la tierra, son grandes y majestuosos, cada vez que corre una leve brisa citadina, cada rama y hoja la amplifica con un hermoso sonido de campo.

El arte se observa en cada lugar donde posemos la mirada, en cada tumba de los precursores de la historia de Colombia, de los presidentes que en El Cementerio Central encontraron su última morada, como las de Gustavo Rojas Pinilla, Virgilio Barco, Enrique Olaya Herrera. Pero también muchas tumbas son visitadas por hechos que marcaron la historia del país como Tumba de Francisco de Paula Santander, declarada Bien de Interés Cultural Nacional. La Tumba del astrónomo colombiano Julio Garavito Armero, famosa porque los lunes es visitada por personas de la comunidad LGBT, quienes la adornan con flores azules, Y la Escultura de El pensador en la tumba del empresario alemán Leo Kopp, famosa porque los visitantes acostumbran a contarle sus secretos al oído pidiéndole ayuda. Cada una de las estructuras, Mausoleo o Panteones como la del Ejercito Nacional de Colombia, son dueñas de un estilo único, lleno de muchos detalles que con el paso del tiempo, cada grieta, color y forma se han desvanecido, dejando misticismo y reafirmando aún más el alejado y recóndito arte que se puede encontrar al rededor del último adiós.

Finalmente, la muerte en este museo un poco atípico para los acostumbrados a visitar lugares elegantes y refinados, para mí (Valga la aclaración) se encuentra ciertamente dentro de  nosotros mismos, ya que desde el primer paso que se da en este lugar constantemente nos preguntamos cómo será ese día cuando nuestro reloj biológico deje de correr, cuando dejemos en el aire nuestro último suspiro y nuestra vida solo se transforme en un recuerdo para quienes siguen vivos.

El Cementerio Central de Bogotá es el cementerio más antiguo y reconocido en la ciudad de Bogotá, Colombia. Ubicado en la Carrera 20 # 24 - 80. Localidad: LOS MÁRTIRES. Barrio: Santa Fe.  

Realizado por: Camilo Fresneda Larrota.

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